La Nochevieja va de manifestación (que se lleva mucho ahora el término). De esperanza, de placebo colectivo; de sentir que algo se reinicia. Y de creer firmemente que, durante esos minutos alrededor del televisor esperando las campanadas, todo vale y todo es posible.
Y creemos un poco más. Y eso, curiosamente, funciona. Porque empezar el año creyendo que te irá mejor… ya es empezar mejor. Puedes elegir correr la San Silvestre, nadar en el mar, gritar en una fiesta o atragantarte con uvas. Pero empezar el año mirando por ti, deseándote lo mejor y estando seguro de ti mismo, atrae más cosas positivas que cualquier superstición.